Capítulo 6 Capítulo 6

—Creo que deberíamos irnos a dormir. Son casi las nueve. ¡Qué rápido se me ha pasado el día!— Ashley se agarró a la barandilla de la escalera y empezó a subir. —Voy a ducharme. Cuando termine, bajo y tú te duchas. ¿Te parece bien?—

—Me parece bien. —Me sumergí y empecé a nadar. Aunque al principio no quería salir a nadar, y ahora no quería salir de la piscina. El señor Anderson debió de entrar a la casa después de limpiar la piscina, porque no lo volví a ver.

Empecé a preocuparme cuando pasó media hora y Ashley aún no había bajado. Tomé mi celular, que estaba en el borde de la piscina, y le envié un mensaje. Volví a nadar mientras esperaba. Vi una figura parada fuera de la piscina y nadé hacia ella, esperando ver a mi mejor amiga. Pero no estaba ella, sino su papá.

—Ashley se quedó dormida en su cama. Pensé que tal vez deberías saberlo, ya que la estabas esperando. — me informó.

—¿En serio? —pregunté sorprendida. Ya les había comentado que Ashley es noctámbula. Debimos haber tenido un día movido si se quedó dormida.

—Estoy tan sorprendido como tú —dijo, sentándose en el borde de la piscina. Justo cuando metió los pies en el agua, me di cuenta de que llevaba bañador—. ¿Te importa si me uno?

—Para nada. —Negué con la cabeza y nadé hacia atrás para dejarle espacio. Como estábamos entre la parte poco profunda y la profunda, que tenía aproximadamente metro y medio de profundidad, se metió al agua desde el borde y se quedó quieto. Sentí un poco de envidia, ya que yo tenía que ponerme de puntillas para no caerme.

—Veo que saliste y te compraste algo para nadar.— Señaló mi nuevo bikini mientras comenzaba a moverse lentamente en la piscina.

—Sí, puedes agradecerle a tu hija por casi obligarme a hacerlo.— Bromeé un poco.

—Puede que sí —apenas le oí susurrar antes de sumergirse y nadar hacia mí.

Me miró de arriba abajo; no había mucho que ver ni disfrutar. Así me sentía conmigo misma, y ​​supuse que los chicos también. Unos pechos pequeños no eran motivo de gran emoción. Rápidamente me acomodé la blusa para realzar lo que tenía y que pareciera más grande. Bueno... a mí me lo parecía. Bajé los brazos al oírlo emerger del agua a unos treinta centímetros frente a mí. Sonreí levemente al ver su pelo engominado y el agua goteando de su rostro. Quise extender la mano y tocarle la cara, sentir su barba incipiente, pero me contuve. Me recordé por enésima vez que era el padre de mi mejor amiga. No pareció funcionar, ya que seguía deseando estar cerca de él. Me acerqué sin pensarlo, acortando la poca distancia que nos separaba.

—¿Qué dijiste? —le pregunté. Me mordí ligeramente el labio, nerviosa por la pregunta. ¿Repetiría lo que había dicho o cambiaría su respuesta?

—Dije que tal vez sí. Es decir, agradecerle por llevarte a comprar todo lo que necesitabas. Puedo avisarle a tu madre que te estás instalando bien —respondió con rostro serio.

Se me cayó el alma a los pies porque no era la respuesta que esperaba, ni mucho menos. Claro que, en realidad, no sabía qué esperaba, pero no era eso. Y aquí estoy otra vez, súper confundida.

—Hablando de mamá, debería llamarla. —dije en voz baja antes de darme la vuelta y salir corriendo de la piscina. Agarré una toalla rápidamente y subí las escaleras.

Me quedé en la ducha, lavándome el cloro del pelo y la piel, dándome mentalmente una patada por haber sido tan estúpida. Es un hombre. Un hombre mayor. Un hombre mayor que es el padre de mi mejor amiga, Ashley. Un hombre que no tiene ningún interés en una chica joven. Una chica joven que es la mejor amiga de su hija. ¡Caramba, yo también podría ser su hija! Ashley y yo teníamos 19 años. Ni siquiera sabía cuántos años tenía él. Ya está. Se acabó. Se acabó sentirme incómoda a su lado. Voy a centrarme en empezar la universidad y la vida universitaria.

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Había pasado una semana desde mi llegada. Ashley y yo pintamos mi habitación de morado y la decoramos a la perfección. Mi cama casi era igual a la suya, con mantas mullidas, almohadas y cortinas negras de red que colgaban del dosel. Encontramos una tienda con adornos navideños y compramos luces de cadena para colgar alrededor de la habitación. Quedó preciosa. Armamos una estantería, lo que nos llevó mucho más tiempo del que debería, y ahora está junto a mi escritorio. Está llena de libros nuevos que compramos para el colegio, velas y fotos. Ashley me sorprendió con un puf Lovesac después de que le dijera que quería uno. Ahora está al pie de mi cama, frente al mueble de la televisión. Estaba disfrutando mucho de mi nueva habitación.

Ashley y yo pasamos mucho tiempo explorando la ciudad y nuestra nueva escuela. Fuimos a la playa de Santa Mónica; estaba llena de gente, pero nos divertimos. Tomamos el sol, jugamos en el agua y exploramos el muelle. Como era de esperar, Ashley atrajo mucha atención e incluso algunos chicos se atrevieron a hablar con ella. Uno de ellos le llamó la atención; se llamaba Cole y nos presentó a su amigo Zachary. Nos invitaron a almorzar y nos enseñaron el muelle. Desde entonces, Ashley y Cole no han parado de mensajearse. Zachary y yo los acompañábamos como si fuéramos los terceros en discordia cada vez que salíamos. Podía ver la atracción de Ashley por Cole: era alto, moreno y musculoso, con el pelo corto rubio sucio. Me recordaba a un vago de playa, siempre en pantalones cortos y camiseta de tirantes. Era muy extrovertido y, al igual que Ashley, le gustaba ser el centro de atención. Zachary era más tranquilo y relajado; de estatura promedio, tenía abdominales marcados pero no usaba ropa que lo hiciera parecer musculoso; tenía el pelo corto y oscuro, bien cuidado, y siempre lucía impecable, sin importar lo que llevara puesto. Intentaba comprender cómo eran amigos, ya que parecían polos opuestos, pero nada parecía interponerse entre ellos y se complementaban a la perfección.

Después de pasar casi todos los días con ellos, Ashley los invitó a nadar y comer pizza. Me preocupaba que su padre estuviera en casa cuando vinieran, pero desde el incidente de la piscina, parecía haber desaparecido. Se iba temprano al trabajo y volvía tarde. La única vez que lo vi fue cuando sacó el coche por la puerta.

—Papá no llegará a casa hasta pasada la medianoche. Sé que no le gusta que vengan chicos a casa ni nada de eso, pero no se enterará. Además, solo vamos a nadar y a comer pizza.— me dijo Ashley cuando le expresé mis preocupaciones. Su padre comentó cuando me mudé que prefería que no tuviéramos visitas, aunque ya fuéramos adultos. Y añadió. —Lo que no sabe, no le hará daño, ¿verdad?. —

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