Sus palabras tranquilizadoras.

Los alinearon en dos filas frente a nosotros, como imágenes de espejo: fantasmas con los que me había entrenado años atrás, fantasmas que gustosamente arrancarían una libra de carne si eso significaba avanzar un paso en el libro de Yakov.

—Empiecen —dijo Yakov, y el silbato rasgó el aire.

Primero ...

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