Capítulo 50 La resurrección de la luna roja

El amanecer no llegó.

El cielo permanecía gris, inmóvil, como si el tiempo se hubiera detenido para observar la herida que Aria había dejado al marcharse.

La nueva luna roja —aún naciente, apenas un arco del color del vino derramado— colgaba sobre Verona, derramando un resplandor que no era luz n...

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