CAPÍTULO 22

Han pasado días desde aquella llamada y ese video que me dejó helada. No logro apartar de mi cabeza la imagen de mi papá golpeado, con la voz entrecortada, rogándome ayuda. Desde entonces no confío en nadie, ni en Yeila, ni en Jacob, ni mucho menos en los hombres que caminan armados por los pasillos...

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