Seduciendo a mi Ex

Seduciendo a mi Ex

Ana GilAna Gil

34.9k Words /Ongoing/18+

CAPÍTULO 1

—Al menos tienes suerte, este hombre se ve muy guapo—las chicas miran detenidamente la foto del hombre en mi celular—Recuerdo que mi primer cliente fue un hombre bastante feo.

—Si, el mío igual—la chica a su lado hace un puchero.

—No deben prestar solo atención al físico, mi primer cliente fue difícil, aunque era muy guapo—las regaña la mayor de nosotras—Está siempre atenta a todo y no olvides usar el kit de defensa ante cualquier cosa extraña, después Alfred responderá por los daños.

Asiento levemente con mi cabeza.

—Pero me pidió explícitamente que no dañara las cosas con este cliente, sigo sin entender porque si es tan importante me sugirió a mí que es mi primera vez—dejo caer mi cabeza hacia atrás con frustración.

—No pienses en eso ahora, Nid. Mejor relájate y piensa en porque estás haciendo esto.

Le hago caso a mi amiga y cierro mis ojos mientras el auto sigue su camino.

En vez de pensar en lo positivo que me traerá este trabajo, no puedo evitar pensar en las razones por las que estoy a punto de acostarme con un hombre por dinero.

Nunca quise llegar a esto. Siempre entendí que las mujeres que trabajaban en esto tenían sus razones, pero nunca creí que estaría en esta posición, menos por decisión propia, aunque mi vida estuviera muy jodida.

El plan inicial era joderme la vida estudiando, ganarme alguna beca, estudiar la carrera de mis sueños, destacar en ella y de esa forma comenzar a ganar dinero. Pero claro, la vida y el estúpido de cupido solo me hicieron creer que podía haber otro camino, me desenfoque de las cosas importantes y pague el precio que me trajo hasta aquí.

Al final, sin darme siquiera cuenta el auto frena su recorrido y afuera veo mi parada. Se trata de un lujoso hotel, donde solo pueden alojarse personas con bastante influencia en la ciudad ya que una sola habitación es cara, pero eso no me relaja. No tengo una buena experiencia con los hombres ricos.

Más bien, no tengo una buena experiencia con los malditos hombres.

Todo lo malo que me ha pasado en la vida tiene un hombre revuelto. Desde mi primer novio a los diecisiete cuando me fue infiel, hasta mi ultimo novio de años que solo me usó y dejó la vida hecha mierda.

O quizás la culpa ha sido mía por fijarme en hombres que no valen la pena.

Al salir del auto y entrar en el hotel noto que ya es bastante tarde, la hora perfecta para que un grupo de prostitutas entre a un hotel de lujo sin llamar demasiado la atención y formar un escándalo.

Al cabo de un momento, Giselle, la encargada de nosotras, comienza a repartir las tarjetas de las habitaciones, cuando me tiende la mía me sonríe levemente tratando de darme confianza.

Reparo la tarjeta en mi mano y no puedo evitar soltar un suspiro.

Realmente me siento muy nerviosa, pero no estoy a tiempo de echarme hacia atrás y es el camino más rápido que tengo para poder obtener dinero. Con solo el adelanto ya tengo una gran parte de lo que necesito, si consigo hacer este trabajo, conseguiré buenos clientes y en poco tiempo obtendré el dinero.

Siguiendo el numero de la habitación llego a una puerta de lo que parece una suite, pongo la llave y la puerta se abre dejándome ver un espacio en penumbra. Todo está oscuro, solo se filtra un poco de luz por unas persianas medio cerradas.

No puedo evitar reparar el lugar una vez cierro la puerta tras de mí y comienzo a caminar en busca de alguna figura masculina, pero no encuentro nada. No sé si sentirme aliviada o mucho más nerviosa por el hecho de que no haya nadie, pero mi cerebro al fin procesa la opción de ir a la habitación.

Por supuesto, yo sé a lo que vengo y es obvio que, si ese hombre pagó por compañía, no será para solo tomarse unas copas conmigo en el sofá.

“Es mejor que en tu primera vez vayas directo a la acción, así te distraes de los nervios y evitas decir cosas que molesten al cliente” vagos recuerdos de los consejos de Giselle vienen a mi memoria cuando abro la puerta de la habitación y encuentro la misma penumbra que en la sala, pero aun entre medio de la oscuridad diviso una figura masculina con el torso desnudo que me da la espalda.

—Directo a la acción—susurro para mí misma mientras doy pasos inseguros para acercarme a la cama, aunque no logro ver bien la habitación.

“Piensa que es alguien guapo con el que te gustaría estar” nuevamente la voz de Giselle se repite en mi mente.

Es Camila Cabello. Es Camila Cabello. Es Camila Cabello.

Repito varias veces, pero cuando poso mis dedos suavemente en la gran espalda, la idea de Camila Cabello desaparece porque ella no tiene una espalda tan grande.

Ante mi toque, siento que el hombre se mueve y cuando siento que ya mis manos tocan un rostro, voy directo a la boca para evitar alguna conversación que me haga dañar las cosas.

Debo ser mejor dando besos y teniendo sexo que hablando, ¿no?

Mis labios sientes otros labios gruesos algo resecos, quizás por el hecho de que quizás estaba dormido. Al principio hay desconfianza en ambos lados y se nota en la torpeza del beso, pero no me alejo y poso mi mano en un pecho que se siente firme, luego acaricio hasta llegar al hombro, una vez allí lo atraigo hacia mí y es entonces donde siento el agarre en mi cintura, el cuerpo que se pega al mío y los labios que me besan con ganas.

Trato de dejar de pensar en lo mal que me siento por lo que estoy haciendo, por lo bajo que he caído por buscar darle solución a los problemas que yo misma causé. Dejo de pensar en lo sucia que me sentiré después de estar con alguien que no conozco de nada.

Sin poder evitarlo una lagrima se desliza por mi mejilla, pero para no arrepentirme antes de tiempo, tomo impulso y me pongo encima del hombre sin separar nuestros labios. Él aún parece algo inseguro de tocarme, así que evitando el pudor pongo sus manos sobre mis nalga y comienzo a menearme sobre la erección que siento.

Recuerdos de este momento con la persona que una vez amé vienen a mí, pero también vienen todas las mentiras que me dijo y como jugó conmigo. Recuerdo a ese ex de adolescente que burló mi inocencia y sin querer muerdo el labio del hombre, pero antes de que pueda decir algo, escucho un leve clic.

La puerta de la suite se cierra después y lo que parecen pasos de tacones resuenan en la habitación.

—Ya llegué, ¿te dormiste? —una voz femenina resuena en la suite, sobresaltando al hombre, que por fin se estira y enciende la lampara de la mesita de noche.

Un rostro moreno lleno de pecas me mira con total sorpresa y no puedo evitar devolverle la mirada.

Mierda, ¿me iba a acostar con mi ex?

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