Capítulo 30: Choque

No podía dejarlo ir. ¡Ni siquiera podía soltar mi mano de su camisa! Mis manos se estaban acalambrando y creo que estaba en completo estado de shock, ya que parecía haber perdido el control de mis funciones musculares y cerebrales.

Esta vez, quienquiera que fuera, había puesto el maldito maniquí ju...

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