Capítulo 30.

Markos no dijo nada en todo el camino.

El sonido de sus pasos era lo único que me mantenía consciente porque estaba muerta de cansancio. Cada zancada suya resonaba con autoridad, con esa calma que solo tienen los que están acostumbrados a obedecer y a mandar por igual. Yo, en cambio, apenas podía ma...

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