Capítulo 57

Yo tenía numerosos caballos de carrera. Eran los mejores del país, incluso mis ejemplares habían ganado grandes premios internacionales. Los martes, en la mañana, iba a mi picadero, al oeste de la ciudad, para verlos entrenar, ver y constatar cómo los bañaban y cepillaban. Allí, además, yo desayuna...

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