CAPÍTULO 116: SAL Y SILENCIO

Valeria

Despierto con un tirón en el estómago y el sabor agrio pegado a la lengua. No sé dónde estoy, pero me huele a madera húmeda, sal y humo viejo, y una sábana áspera me raspa los brazos. Parpadeo, todo está oscuro salvo una lámpara pequeña sobre una mesa. El techo es bajo, de láminas, y las pa...

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