55. Otra vez la que arruina todo.

Me despierto con la boca seca, la cabeza embotada y una pierna enredada en sábanas ajenas. Trini duerme a mi lado, de espaldas, el cabello desparramado sobre la almohada, respirando con suavidad.

La luz del día entra sin pedir permiso. Y con ella, la conciencia.

Me incorporo despacio. Me cubro con l...

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