48. Lo que no voy a dejar que se hunda.

Narra Alvaro.

Shana, la entrometida, irrumpe en la casa como una tormenta tropical.

Está agitada, los ojos rojos de sal, las piernas temblándole, y en cuanto cruza la puerta, sé que trae algo más que un berrinche.

—¡Álvaro! —me grita—. ¡Javier está nadando! ¡Dice que se va de la isla!

Estoy en la co...

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