¿Qué hace que un monstruo sea un monstruo?

Y así comenzó una rutina.

Espadas y yo hablábamos todos los días, al menos dos veces al día, como máximo cuatro veces al día. Era vergonzoso la forma en que nos aferrábamos el uno al otro, pero no nos importaba. Estaba muy orgulloso de mi progreso, pero me preocupaba retroceder.

—¿Qué quieres deci...

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