Capítulo ciento noventa

Jayce

Regreso al patio. Rose está en la misma posición en la que la dejé. Desnuda, de espaldas y con las piernas abiertas. Gracias a Dios nadie puede vernos aquí. Me paro frente a ella, admirando su cuerpo desnudo. En una mano tengo un juguete, en la otra unas esposas.

—Mmm, ¿qué planeas hacer con...

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