187.- Cuando Despierta Veyra.

Entonces, no fue la madre ni la hermana quien intervino, sino el hijo no nacido. Una voz, no audible pero clara en el corazón de Lucius, le pidió con inocencia y urgencia:

“Pon tu mano… y mantenme quieto.”

Lucius, temblando, obedeció. Posó la palma sobre el vientre, y el aire se volvió denso, carg...

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