El dolor de perderte

La desesperación me atravesó como un puñal, y el dolor era tan inmenso que casi no podía soportarlo. Estaba junto a él, a su lado, abrazándolo, sintiendo su frialdad. Kendell ya no estaba allí, y me aferraba a él con la esperanza de que, por alguna milagrosa razón, su cuerpo volviera a calentar, que...

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