CapĂtulo 1 ~ Samantha
Reina de Hielo.
Bruja Desalmada.
Bruja Siberiana.
Jackie Frost.
Son solo algunos de los nombres más cariñosos que mis colegas me han dado a lo largo de los años. ÂżMe molesta? ¡Para nada! No me importa lo que la gente piense de mĂ. Puedo ser dura e incluso parecer frĂa, pero hago el trabajo y eso es lo Ăşnico que me importa.
Soy cirujana cardiotorácica, no trabajadora social ni psicĂłloga. Cuando te pregunto cĂłmo estás, solo estoy siendo educada. Toma como ejemplo a una de las enfermeras del ala de pediatrĂa, fue estĂşpido de mi parte preguntarle sobre su noche y ahora mismo me está contando todo al respecto. Entrando en detalles sobre un chico que conociĂł, lo que comieron, bebieron e incluso de lo que hablaron. Toda la conversaciĂłn sin respirar ni una vez. Incluso me está mostrando sus conversaciones de texto y las fotos que han compartido desde que se conocieron. Tengo demasiadas cosas que hacer y mi tiempo es precioso para desperdiciarlo en personas que desperdician el suyo hablando en lugar de hacer su trabajo.
—Hum, disculpa... ÂżJeannette, verdad?— Ella asiente con entusiasmo esperando que comente algo, pero no lo hago. —Lo siento, pero no me interesa tu vida privada. Tengo trabajo que hacer. Que tengas un buen dĂa.— Agarrando mi tableta, me doy la vuelta y me alejo.
Ella susurra lo suficientemente alto como para que la escuche —Bruja Desalmada.
Me hace sonreĂr lo predecible que es la gente. PensarĂas que con mi disposiciĂłn tan alegre estarĂa más apta para trabajar con los muertos que con los niños. Ahora, Âżpor quĂ© serĂa alguien que esperarĂas? ÂżDĂłnde estarĂa la diversiĂłn en todo eso?
Hoy mi dĂa va a ser una pesadilla, lo puedo sentir. Son solo las 10 a.m. y en las Ăşltimas tres horas he hecho mis rondas, consultado y programado tres operaciones para el resto de la semana. Ahora voy a anunciarle a una joven pareja que su hijo de 5 años necesita un trasplante de corazĂłn.
Entro en la habitaciĂłn del hospital y el niño, al verme, extiende sus brazos hacia mĂ. Mi corazĂłn se rompe al ver tal tragedia. A veces la vida no es justa. Pongo mis brazos alrededor de Ă©l y le doy un pequeño beso en el cabello. —Hola, cariño. ÂżCĂłmo te sientes hoy?— Él me sonrĂe y me entrega su mantita, una cosa desagradable que parece sostenerse por un solo hilo.
—Bobby parece mejor hoy. ¿No se ve mejor, doctora Thornsdale?— dice la madre de Bobby con esperanza y manos temblorosas.
—Sra. Chace...
—Por favor, llámenos Lisa y Jim— señalándose a sà misma primero y luego a su esposo.
—Lisa, Jim... Bobby puede parecer mejor, pero su corazón está muy débil. No hay mucho que podamos hacer y después de todas las diferentes exploraciones, análisis de sangre y exámenes, solo hay una solución... un trasplante.— Lisa comenzó a llorar en los brazos de su esposo. Sigo jugando con Bobby. El pobre ángel ni siquiera es consciente de lo que está pasando. ¿Cómo le explicas a un niño que a su edad su pequeño corazón no está funcionando bien y que necesita una operación?
—SĂ© que no es fácil escuchar la palabra trasplante, pero de esta manera Bobby tendrá un nuevo corazĂłn sano y podrá ser un niño normal. Incluso crecer y convertirse en el hombre que siempre han deseado que sea.— Me tomĂ© unos momentos para que escucharan mis palabras y las asimilaran. DespuĂ©s de que Lisa se calmĂł un poco, dije —Es su Ăşnica esperanza. PiĂ©nsenlo. AquĂ... este es mi nĂşmero, mi lĂnea directa y mi celular están en la parte de atrás. Pueden llamarme cuando quieran, hacerme cualquier pregunta que tengan y si han decidido sobre lo que hemos discutido, pero no tarden demasiado. Necesitamos ponerlo en la lista de trasplantes. Cuanto antes, mejor.
Le doy otro beso a Bobby y salgo de la habitaciĂłn. Mantengo la mirada al frente sin mirar a las personas que pasan a mi lado. Necesitaba aire. Me detuve rápidamente en la estaciĂłn de enfermeras y pedĂ que me mantuvieran informada del estado de Bobby en todo momento. Sin esperar a que la enfermera respondiera, simplemente me di la vuelta y me alejĂ©. Cuando finalmente estuve afuera, el aire de invierno me golpeĂł fuerte. Tuve que tomar una gran bocanada de aire para controlar mis emociones. EncendĂ un cigarrillo, uno de los pocos que enciendo de vez en cuando, cuando solo necesito alejar recuerdos dolorosos. DespuĂ©s de unos minutos de aire frĂo y con los nervios finalmente calmados, volvĂ a entrar al hospital.
Me tomĂ© el tiempo para pensar en cĂłmo habrĂa sido mi vida si las cosas hubieran sido diferentes. ÂżDĂłnde estarĂa en este momento? Dios, cĂłmo cambia la vida en cuestiĂłn de minutos, segundos... momentos.
Mis pensamientos fueron interrumpidos cuando llamaron mi nombre por el altavoz. —¡CĂłdigo Azul en la habitaciĂłn 507. Doctora Thornsdale, habitaciĂłn 507, urgente!— La voz no habĂa terminado de decir mi nombre cuando ya estaba tirando la colilla del cigarrillo y corriendo hacia la habitaciĂłn de Bobby. Dios, pensĂ© que tenĂamos más tiempo. ÂżPor quĂ© se habĂa detenido su corazĂłn? No habĂa razĂłn para que se detuviera de esta manera. SabĂa que no deberĂa haber tomado el caso de Bobby. Era demasiado desgarrador y traĂa recuerdos olvidados a la superficie. Recuerdos que no estaba lista para revivir ni siquiera despuĂ©s de 5 años. Necesitaba que este caso se resolviera y se resolviera rápidamente. Con suerte, Lisa y Jim tomarĂan la decisiĂłn correcta. Era la Ăşnica manera de que su hijo tuviera una oportunidad de llevar una vida normal.
Cuando entrĂ© rápidamente, mirĂ© a mi izquierda y vi a Lisa llorando histĂ©ricamente en los brazos de Jim. El carro de emergencias fue empujado a un lado e inmediatamente comenzamos a trabajar para devolverle la vida. Di mis Ăłrdenes mientras todos alrededor del joven trabajaban en sus estaciones. Le preguntĂ© a Jim quĂ© habĂa pasado mientras intentaba bombear vida de nuevo en el cuerpo de su hijo.
—SalĂ un momento al baño y cuando regresĂ©, Ă©l no estaba respirando. Le preguntĂ© a Lisa y ella dijo que estaba jugando con un juguete y querĂa bajarse de la cama. Cuando le dijo que no era posible, comenzĂł a agitarse. Ella fue al baño a buscarle agua y cuando regresĂł, Ă©l estaba teniendo un espasmo y dejĂł de respirar.
Mientras hablaba, intentaba pensar en todas las posibles cosas que podrĂan haber sucedido, los sĂntomas, la medicaciĂłn que estaba recibiendo. Nada parecĂa cuadrar. Cuando finalmente, el monitor conectado a su cuerpo emitiĂł un pitido, todos nos quedamos esperando los pitidos que siguieran. Silencio completo. Y luego otro pitido y luego otro. Un sonido de alivio se escuchĂł de todos en la habitaciĂłn. PedĂ que se le hiciera una tomografĂa torácica rápidamente. Necesitaba ver el daño hecho a su ya dĂ©bil corazĂłn.
—¿Qué pasó? ¿Por qué dejó de respirar?
Una mujer muy agitada y sollozando me mirĂł mientras le decĂa a su esposo —Jim. Como mencionĂ© antes, el corazĂłn de Bobby está muy dĂ©bil y la Ăşnica manera de salvarlo es haciendo un trasplante. He pedido que se realicen algunas pruebas. SabrĂ© más despuĂ©s de obtener los resultados.— MirĂ© a la pareja frente a mĂ, parecĂan angustiados, pero algo no cuadraba. —No quiero presionarlos, pero Âżhan tomado una decisiĂłn?
—PĂłnganlo en la lista.— Fue todo lo que escuchĂ© de Jim. Lisa no dijo nada, con una mirada vacĂa en sus ojos.
Puse mi mano en su brazo y le dije que era la mejor decisiĂłn. Los dejĂ© solos con su hijo y comencĂ© a hacer llamadas a diestra y siniestra. Necesitaba ponerlo en esa lista. DespuĂ©s de 30 minutos de responder preguntas estĂşpidas, discutir y algunos gritos, finalmente logrĂ© poner a Bobby Chace en la lista de trasplantes. Ahora tenĂamos que esperar a un donante. Esa era la parte más difĂcil de la situaciĂłn. Un niño tenĂa que morir para darle vida a otro. La vida realmente no era justa.
Antes de irme, recibĂ los resultados de las pruebas. Los revisĂ© dos veces. ¡Nada! Su corazĂłn simplemente se detuvo. ÂżCĂłmo puede ser? No habĂa una explicaciĂłn lĂłgica, pero tenĂa que haberla. VolvĂ a la habitaciĂłn 507 y Jim estaba solo con su hijo.
—¿Dónde está Lisa?
—SaliĂł a fumar.— ParecĂa extremadamente cansado. El pobre hombre trabajando en dos empleos y aĂşn encuentra tiempo para venir al hospital y visitar a su hijo. Si todos los padres pudieran ser tan dedicados.
—Inconcluso— dije mirando a Jim y luego a Bobby, que dormĂa profundamente en su cama de hierro.
—¿Qué es inconcluso?
—Las pruebas. Quiero decir, no hay una razĂłn aparente por la cual su corazĂłn se detuviera. Incluso si su corazĂłn es dĂ©bil, no se detendrĂa asĂ. Normalmente, se detendrĂa gradualmente, durante un largo perĂodo de tiempo y luego dejarĂa de latir. Tendremos que mantenerlo bajo observaciĂłn.— VolvĂ a revisar las pruebas, tratando de ver si me habĂa perdido algo, pero nada. —Pude poner a Bobby en la lista de donantes.
—¿Ya? ¿Tan rápido?— Asentà con una leve sonrisa. —Gracias, doctora.— Me abrazó fuertemente. Le di unas palmaditas en la espalda y esperé a que me soltara.
—Esto es una gran noticia. Ahora esperamos, Âżverdad?— Me mirĂł y solo asentĂ, no habĂa nada más que decir o hacer... además de esperar.
Me dirigĂ a la cafeterĂa y, una vez allĂ, las filas eran sorprendentemente pequeñas y pude elegir un plato al azar. Esta iba a ser mi primera comida verdadera de la semana y pensaba disfrutar cada bocado. HablĂ© demasiado pronto porque, justo cuando me sentĂ© en esas incĂłmodas sillas de plástico verde vĂłmito, me llamaron a urgencias. Supongo que será en otra ocasiĂłn. TodavĂa me asombra cĂłmo el cuerpo humano puede soportar tanto y, sin embargo, ser tan frágil.
La sala de urgencias estaba, como la mayorĂa de los dĂas, llena. Casi todas las camas estaban ocupadas y al menos un mĂ©dico, un interno o una enfermera administrando algĂşn tipo de ayuda. Al fondo del área, mi interno, el doctor Michael Lewis, me hacĂa señas. Era un buen chico. No hacĂa preguntas estĂşpidas, iba directo al grano y me daba toda la informaciĂłn que necesitaba antes de ver al paciente. De esa manera, cuando estoy frente a mi nuevo paciente, ya tengo un tratamiento en mente y eso ahorra tiempo y puede incluso salvar vidas. Llegará lejos y podrĂa incluso integrarlo completamente en el programa.
DespuĂ©s de 9 nuevas consultas, una reparaciĂłn de arteria coronaria de emergencia y 13 horas, mi turno finalmente terminĂł. Pero antes de irme, me dirigĂ a la habitaciĂłn de Bobby. Necesitaba asegurarme de que estaba bien. La habitaciĂłn estaba vacĂa excepto por Bobby, que dormĂa plácidamente. RevisĂ© sus signos vitales y, una vez que todo parecĂa normal, salĂ por la puerta.
Era hora de ir a casa.
ÂżCasa?
Si se puede considerar una habitaciĂłn de hotel no muy lejos del hospital como casa, entonces... asĂ sea. Agarrando mis bolsas, salĂ del hospital hacia mi coche. Mientras salĂa del estacionamiento, vi a Lisa y Jim Chace en una conversaciĂłn profunda y, por lo que pude notar, ninguno de los dos estaba feliz. A travĂ©s del espejo retrovisor, los observĂ© hasta que volvieron a entrar. Solo podĂa preguntarme de quĂ© se trataba.
