Treinta y uno

El resto del trayecto al hotel fue tranquilo. Alexia jugaba Candy Crush en su teléfono, y Aaron solo escuchaba música.

—Bueno chicos, salgan del coche, y veré si puedo conseguir a alguien que nos ayude con el equipaje —dijo la señora Greg.

—Mamá, ya no soy una niña —gruñó Alexia al salir del coche...

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