La furia del alfa

Alexander no solo luchó; dominó. El último de los Centinelas Demoníacos, con la mandíbula destrozada por su golpe anterior, logró un desesperado ataque. Alexander lo recibió no con una parada, sino con un rugido primitivo, casi alegre. Descartó la espada de hierro, dejándola caer con un estruendo en...

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