Tan caliente

— ¡Demonios, es tan diabólicamente guapo! —pensé para mis adentros antes de levantar la mano y deslizar mi dedo sobre su mandíbula, recorriéndola hasta su oreja y bajando por su bien esculpida línea de la mandíbula hasta llegar finalmente a sus labios rosados y carnosos. Mientras pasaba mis dedos po...

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